El Papa Francisco y Alberto Fernández: Vidas paralelas de dos figuras mediocres

El 15 de enero se reunieron en el Vaticano dos "grandes destructores": el ex presidente argentino Alberto Fernández y Francisco, escribe Bernardino Montejano desde Buenos Aires.

El desgobierno de Alberto Fernández ha dejado frutos amargos, añade Montejano: aborto, guerras de bandas, ideología de género, perversión moral de los escolares, promoción de pseudofamilias, malversación de los recursos públicos en beneficio privado, usurpación de la propiedad pública y privada, narcotráfico y una inflación anual del 211%.

Al mismo tiempo, Alberto Fernández fue visto en Madrid disfrutando de una comida en un lugar donde una comida cuesta 700 euros y una botella de vino 1.000 euros.

En 2020, al comienzo de su mandato, Alberto fue recibido por Francisco con bromas y buen humor. Hablaron durante 44 minutos.

Fernández, adúltero público, asistió a una eucaristía en el Vaticano y comulgó.

El 15 de enero, la audiencia duró 45 minutos. Fernández declaró que el encuentro fue cordial y "una foto muestra cómo sonreía esta pareja de irresponsables", escribe Montejano.

Se pregunta qué ha estado haciendo Francisco mientras tanto en el Vaticano. Su respuesta es: "Lo que hacen los tiranos", como advertía Platón. Eliminan a los mejores de su entorno y se rodean de los peores. Esto crea una "Iglesia saliente" que expulsa a los que tiene dentro.

Explica que la relación entre el tirano y el adulador es una necesidad [y Francisco se ha rodeado de muchos aduladores].

Montejano pone el ejemplo de la Iglesia en Argentina: "Liquidados los obispos mejores o menos malos, la Iglesia languidece en su decadencia. Cualquier persona de valor es perseguida. Un obispo es enviado a destruir un patrimonio construido a lo largo de muchos años. Un traidor [el obispo Taussig] es utilizado para suprimir el mayor seminario del país".

Francisco nombra para puestos importantes a "prelados conocidos por algún hecho escandaloso, o camaleones, o trepadores, o personajes anodinos sin personalidad".

Esta es la realidad de una Iglesia representada por "curas villeros", en la que el gran ausente es Dios.

Montejano concluye: "Un Estado arruinado, una Iglesia arruinada. Vidas paralelas de dos mediocres con algo de poder".

Traducción IA

Pilar VC shares this
245
bear
Excelente título!
DEFENSA DE LA FE
Tal pára cual.
Marcelo Fernando de Argentina
Está muy bien el artículo de Montejano. Sólo señalaría el párrafo dedicado a los curas villeros al final del texto. Corre el riesgo de caer en una generalización innecesaria. Entre los curas villeros habría que distinguir entre buenos y malos.