Como rezar el Santo Rosario de manera que agrade a Dios y a la virgen? Oración para después del Rosario: Oh Dios, cuyo Hijo Unigénito, por Su vida, muerte y resurrección, nos ha comprado la recompensa …Más
Como rezar el Santo Rosario de manera que agrade a Dios y a la virgen?
Oración para después del Rosario:
Oh Dios, cuyo Hijo Unigénito, por Su vida, muerte y resurrección, nos ha comprado la recompensa de la vida eterna; concédenos, te suplicamos, que, meditando sobre estos misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, podamos imitar lo que contienen y obtener lo que prometen, por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.”
Oración para después del Rosario:
Oh Dios, cuyo Hijo Unigénito, por Su vida, muerte y resurrección, nos ha comprado la recompensa de la vida eterna; concédenos, te suplicamos, que, meditando sobre estos misterios del Santísimo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, podamos imitar lo que contienen y obtener lo que prometen, por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.”
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Como rezar el Santo Rosario?
San Luis María Grignion de Montfort
41a Rosa: Pureza del alma
[116] El fervor de nuestra plegaria y no precisamente su longitud agrada a Dios y le gana el corazón. Una sola Avemaría bien dicha es más meritoria que ciento cincuenta mal dichas. Casi todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o algunas decenas de Avemarías. ¿Por qué …Más
Como rezar el Santo Rosario?
San Luis María Grignion de Montfort
41a Rosa: Pureza del alma
[116] El fervor de nuestra plegaria y no precisamente su longitud agrada a Dios y le gana el corazón. Una sola Avemaría bien dicha es más meritoria que ciento cincuenta mal dichas. Casi todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o algunas decenas de Avemarías. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas personas que se corrigen de sus pecados y adelantan de veras en la virtud? ¡Porque no rezan como se debe!
[117] Veamos, pues, cómo se debe rezar el Rosario para agradar a Dios y hacernos santos.
1o Quien reza el Rosario debe hallarse en estado de gracia o estar al menos resuelto a salir del pecado. Efectivamente, la teología nos enseña que las buenas obras y plegarias realizadas en pecado mortal, son obras muertas que no logran agradar a Dios ni merecer la vida eterna. En este sentido dice la Escritura: «No, corresponde a los pecadores alabar»[118].
Ni la alabanza, ni la salutación angélica, ni la misma oración de Jesucristo pueden agradar a Dios cuando salen de la boca de un pecador impenitente: «Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí»[119].
Esas personas que ingresan en mis Cofradías –dice Jesucristo–, que recitan todos los días el Rosario o parte de él, pero sin contrición alguna de sus pecados, me honran con los labios, aunque su corazón está lejos de mí.
2o He dicho: «O estar, al menos, resuelto a salir del pecado»:
1) porque, si fuera necesario estar en gracia de Dios para orar en forma que le agrade, la consecuencia sería que quienes están en pecado mortal no deberían orar, no obstante tener más necesidad de ello que los justos y, por el Rosario o parte del mismo, porque le sería inútil. Lo cual es un error condenado por la Iglesia;
2) porque, si te inscribes en alguna Cofradía de la Santísima Virgen, rezas el Rosario o parte de él u otra oración, con voluntad de permanecer en el pecado o sin intención de salir de él, pasarías a ser el número de los falsos devotos de la Santísima Virgen[120], y de los devotos presuntuosos e impenitentes que bajo el manto de María, el escapulario sobre el pecho y el Rosario en la mano, van gritando: «Santa y bondadosa Virgen, yo te saludo, ¡oh María!» Y entre tanto, crucifican y desgarran cruelmente a Jesucristo con sus pecados y, desde las más santas Cofradías de Nuestra Señora, caen lastimosamente en las llamas de infierno[121].
[118] Aconsejamos el Rosario a todo el mundo: a los justos, para que perseveren y crezcan en gracia de Dios; a los pecadores, para que salgan de sus pecados.
Pero no agrada ni puede agradar a Dios el que exhortemos a un pecador a hacer del manto protector de la Santísima Virgen, un manto de condenación para ocultar sus crímenes y cambiar el Rosario, que es remedio de todos los males, en veneno mortal y funesto. ¡La corrupción de lo mejor es la peor!
El sabio Cardenal Hugo afirma: «Es necesario ser Ángeles de pureza para acercarse a la Santísima Virgen y rezar la salutación angélica».
La Virgen María mostró un día hermosos frutos en una bandeja llena de inmundicias, a un impúdico que recitaba constantemente el Rosario todos los días. El se quedó horrorizado. La Virgen le explicó: «¡Tú me sirves así! ¡Me presentas bellísimas rosas en un vaso sucio y contaminado! ¡Juzga tú mismo, si me agradarán!»
IGUALMENTE NOS RECOMIENDA DON BOSCO:
Sabiendo que la Madre de Dios os ama tanto, escuchad con atención lo
que os voy a decir: “Si queremos gracias y favores recurramos a María,
recemos a María; pero para que Ella interceda por nosotros es necesario
demostrarle nuestra verdadera devoción en tres cosas: a. Evitar a toda
el pecado y procurar mantenerlo siempre alejado de nosotros. Nada hay
que nos pueda hacer más daño y que disguste más a Nuestra Señora y a su
Santísimo Hijo, que el pecado. Había un joven que ofrecía a la Virgen,
oraciones, obras buenas y limosnas, pero no se apartaba de ciertos
pecados. Y una noche vio en un sueño que la Virgen Santísima se le
aparecía y le presentaba una bandeja con las más bellas y atrayentes frutas:
manzanas, uvas, peras, etc., Pero todas cubiertas con el sucio trapo con el
que se había limpiado las llagas un enfermo. La Virgen decía: “Recibe las
frutas y come”. Pero el joven contestó: - “Señora las frutas son muy
hermosas, pero el trapo con que están cubiertas es tan asqueroso, que no
me atrevo a recibir esas frutas porque me vomitaría”. Entonces la Reina
del Cielo le respondió: - “Así son las ofrendas y oraciones que tú me
ofreces: muy bellas y atrayentes, pero vienen todas cubiertas con un trapo
horrible: esos pecados que sigues cometiendo y que no quier es dejar de
cometer”. Al día siguiente el joven se despertó muy preocupado por este
sueño, pero desde ese mismo día dejó las ocasiones de pecar y abandonó
definitivamente esos pecados que tan antipática hacían su vida ante
Nuestro Señor.
La segunda condición para que nuestra devoción a la Virgen sea verdadera
es IMITARLA EN SUS VIRTUDES, especialmente en su gran caridad y
en su gran pureza. Una devoción a María que no consiga un mejoramiento
en nuestra vida no es verdadera devoción. Si rezamos a la Virgen y
seguimos en nuestros pecados como antes, puede ser que nuestra devoción
18
Sea falsa. El verdadero devoto a Nuestra Señora la imita a Ella en su amor
al prójimo. “María, dice la Biblia, fue corriendo a ayudar a Isabel”. Fue
corriendo porque los favor es hay que hacerlos pronto sin hacerse del
rogar. Las personas más devotas de María son siempre las que tratan con
más caridad y generosidad a los demás.
Y hay una tercera condición para que nuestra devoción a la Reina
Celestial sea verdadera: demostrarle con acciones externas, pequeñas
pero frecuentes, el gran amor que le tenemos. Por ejemplo, llevar siempre
su medalla y besar esa imagen de la Virgen al levantarse o al acostarse.
Tener su estampa en el pupitre o mesa de trabajo para acordarse de Ella e
invocarla. Colocar un bello cuadro de la Madre de Dios en nuestra
habitación. Adornar las imágenes de la Virgen en el mes de mayo. Ofrecer
por Ella alguna pequeña mortificación o alguna obra buena o una pequeña
limosna los sábados o en las fiestas marianas, etc. Narrar a otros los
favores que María Auxiliadora ha hecho a sus devotos (la genuina
devoción a la Virgen es prendediza, es contagiosa. Los que la aman le
prenden a otros esta devoción). Repartir estampas o imágenes de Nuestra
Señora, etc. Ella nos dice: “SI TU HACES ALGO POR MI, YO HARE
MUCHO POR TI”
Estad seguros de que todas las gracias que pidáis a esta buena Madre
os serán concedidas. PERO HAY TRES GRACIAS QUE RECOMIENDO
PEDIRLE A ELLA TODOS LOS DIAS, sin cansarnos nunca de pedirlas
porque son importantísimas para vuestra salvación: 1. Evitar siempre el
pecado mortal y conservar la gracia de Dios. 2. Huir siempre de toda
amistad dañosa para el alma. 3. Conservar siempre la bella virtud de la
castidad.
San Luis María Grignion de Montfort
41a Rosa: Pureza del alma
[116] El fervor de nuestra plegaria y no precisamente su longitud agrada a Dios y le gana el corazón. Una sola Avemaría bien dicha es más meritoria que ciento cincuenta mal dichas. Casi todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o algunas decenas de Avemarías. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas personas que se corrigen de sus pecados y adelantan de veras en la virtud? ¡Porque no rezan como se debe!
[117] Veamos, pues, cómo se debe rezar el Rosario para agradar a Dios y hacernos santos.
1o Quien reza el Rosario debe hallarse en estado de gracia o estar al menos resuelto a salir del pecado. Efectivamente, la teología nos enseña que las buenas obras y plegarias realizadas en pecado mortal, son obras muertas que no logran agradar a Dios ni merecer la vida eterna. En este sentido dice la Escritura: «No, corresponde a los pecadores alabar»[118].
Ni la alabanza, ni la salutación angélica, ni la misma oración de Jesucristo pueden agradar a Dios cuando salen de la boca de un pecador impenitente: «Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí»[119].
Esas personas que ingresan en mis Cofradías –dice Jesucristo–, que recitan todos los días el Rosario o parte de él, pero sin contrición alguna de sus pecados, me honran con los labios, aunque su corazón está lejos de mí.
2o He dicho: «O estar, al menos, resuelto a salir del pecado»:
1) porque, si fuera necesario estar en gracia de Dios para orar en forma que le agrade, la consecuencia sería que quienes están en pecado mortal no deberían orar, no obstante tener más necesidad de ello que los justos y, por el Rosario o parte del mismo, porque le sería inútil. Lo cual es un error condenado por la Iglesia;
2) porque, si te inscribes en alguna Cofradía de la Santísima Virgen, rezas el Rosario o parte de él u otra oración, con voluntad de permanecer en el pecado o sin intención de salir de él, pasarías a ser el número de los falsos devotos de la Santísima Virgen[120], y de los devotos presuntuosos e impenitentes que bajo el manto de María, el escapulario sobre el pecho y el Rosario en la mano, van gritando: «Santa y bondadosa Virgen, yo te saludo, ¡oh María!» Y entre tanto, crucifican y desgarran cruelmente a Jesucristo con sus pecados y, desde las más santas Cofradías de Nuestra Señora, caen lastimosamente en las llamas de infierno[121].
[118] Aconsejamos el Rosario a todo el mundo: a los justos, para que perseveren y crezcan en gracia de Dios; a los pecadores, para que salgan de sus pecados.
Pero no agrada ni puede agradar a Dios el que exhortemos a un pecador a hacer del manto protector de la Santísima Virgen, un manto de condenación para ocultar sus crímenes y cambiar el Rosario, que es remedio de todos los males, en veneno mortal y funesto. ¡La corrupción de lo mejor es la peor!
El sabio Cardenal Hugo afirma: «Es necesario ser Ángeles de pureza para acercarse a la Santísima Virgen y rezar la salutación angélica».
La Virgen María mostró un día hermosos frutos en una bandeja llena de inmundicias, a un impúdico que recitaba constantemente el Rosario todos los días. El se quedó horrorizado. La Virgen le explicó: «¡Tú me sirves así! ¡Me presentas bellísimas rosas en un vaso sucio y contaminado! ¡Juzga tú mismo, si me agradarán!»
IGUALMENTE NOS RECOMIENDA DON BOSCO:
Sabiendo que la Madre de Dios os ama tanto, escuchad con atención lo
que os voy a decir: “Si queremos gracias y favores recurramos a María,
recemos a María; pero para que Ella interceda por nosotros es necesario
demostrarle nuestra verdadera devoción en tres cosas: a. Evitar a toda
el pecado y procurar mantenerlo siempre alejado de nosotros. Nada hay
que nos pueda hacer más daño y que disguste más a Nuestra Señora y a su
Santísimo Hijo, que el pecado. Había un joven que ofrecía a la Virgen,
oraciones, obras buenas y limosnas, pero no se apartaba de ciertos
pecados. Y una noche vio en un sueño que la Virgen Santísima se le
aparecía y le presentaba una bandeja con las más bellas y atrayentes frutas:
manzanas, uvas, peras, etc., Pero todas cubiertas con el sucio trapo con el
que se había limpiado las llagas un enfermo. La Virgen decía: “Recibe las
frutas y come”. Pero el joven contestó: - “Señora las frutas son muy
hermosas, pero el trapo con que están cubiertas es tan asqueroso, que no
me atrevo a recibir esas frutas porque me vomitaría”. Entonces la Reina
del Cielo le respondió: - “Así son las ofrendas y oraciones que tú me
ofreces: muy bellas y atrayentes, pero vienen todas cubiertas con un trapo
horrible: esos pecados que sigues cometiendo y que no quier es dejar de
cometer”. Al día siguiente el joven se despertó muy preocupado por este
sueño, pero desde ese mismo día dejó las ocasiones de pecar y abandonó
definitivamente esos pecados que tan antipática hacían su vida ante
Nuestro Señor.
La segunda condición para que nuestra devoción a la Virgen sea verdadera
es IMITARLA EN SUS VIRTUDES, especialmente en su gran caridad y
en su gran pureza. Una devoción a María que no consiga un mejoramiento
en nuestra vida no es verdadera devoción. Si rezamos a la Virgen y
seguimos en nuestros pecados como antes, puede ser que nuestra devoción
18
Sea falsa. El verdadero devoto a Nuestra Señora la imita a Ella en su amor
al prójimo. “María, dice la Biblia, fue corriendo a ayudar a Isabel”. Fue
corriendo porque los favor es hay que hacerlos pronto sin hacerse del
rogar. Las personas más devotas de María son siempre las que tratan con
más caridad y generosidad a los demás.
Y hay una tercera condición para que nuestra devoción a la Reina
Celestial sea verdadera: demostrarle con acciones externas, pequeñas
pero frecuentes, el gran amor que le tenemos. Por ejemplo, llevar siempre
su medalla y besar esa imagen de la Virgen al levantarse o al acostarse.
Tener su estampa en el pupitre o mesa de trabajo para acordarse de Ella e
invocarla. Colocar un bello cuadro de la Madre de Dios en nuestra
habitación. Adornar las imágenes de la Virgen en el mes de mayo. Ofrecer
por Ella alguna pequeña mortificación o alguna obra buena o una pequeña
limosna los sábados o en las fiestas marianas, etc. Narrar a otros los
favores que María Auxiliadora ha hecho a sus devotos (la genuina
devoción a la Virgen es prendediza, es contagiosa. Los que la aman le
prenden a otros esta devoción). Repartir estampas o imágenes de Nuestra
Señora, etc. Ella nos dice: “SI TU HACES ALGO POR MI, YO HARE
MUCHO POR TI”
Estad seguros de que todas las gracias que pidáis a esta buena Madre
os serán concedidas. PERO HAY TRES GRACIAS QUE RECOMIENDO
PEDIRLE A ELLA TODOS LOS DIAS, sin cansarnos nunca de pedirlas
porque son importantísimas para vuestra salvación: 1. Evitar siempre el
pecado mortal y conservar la gracia de Dios. 2. Huir siempre de toda
amistad dañosa para el alma. 3. Conservar siempre la bella virtud de la
castidad.